CULTURA
"Jazz, hoy como ayer", en el Cicus
Marisa Gómez Jiménez
SEVILLA
24/10/23

Salvador Catalán, gran impulsor de actividades culturales de la Universidad de Cádiz y profundo amante de la música, imparte una conferencia sobre la actualidad y los orígenes del jazz en diálogo con Javier Gutiérrez en mitad de la gran semana del Jazz en Sevilla.
El evento forma parte del 26º Festival de Jazz organizado por la Universidad de Sevilla en colaboración con la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA), la Asociación Sevillana de Jazz (Assejazz) y el Instituto de la Cultura y las Artes de Sevilla (ICAS).
Cartel de la entrada del Cicus sobre la semana del jazz (Marisa Gómez)
Salvador entra en una de las salas de conferencias del CICUS, el Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla, con una amplia sonrisa. La habitación es sencilla. Las paredes son sólidas y antiguas, de ladrillo visto marrón y parecen susurrar a aquel que penetra en sus adentros la misión de su construcción: cuidar lo religioso. Antes daban forma a una Escuela de Medicina dirigida por la diputación de Sevilla, y mucho antes pertenecían al Convento de Madre de Dios. En cada una de sus etapas han sido guarida de un gran tesoro. Hoy, la joya suena a jazz.
El gaditano cruza sus puertas, contempla esas mismas paredes que tantos ojos han visto pero muy pocos contemplado, y comienza una breve conversación entre algunos interesados del jazz.

Patio central del Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla (Marisa Gómez)
Salvador posee numerosos títulos. Es licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Cádiz y es director del Servicio de Extensión Universitaria del Vicerrectorado de Cultura de la Universidad de Cádiz. Aunque ha dirigido numerosas actividades de diferente índole, su mayor ilusión es la música. Ha emprendido numerosos festivales de jazz, rap y rock dirigidos a jóvenes universitarios para promover la divulgación de la cultura musical y ser garante de que la calidad artística no se murió con los ídolos sino que sigue creciendo y madurando en las manos de cada músico moderno.
“Voy a cumplir 62 años y recuerdo lo que era el jazz a los catorce o quince años. Veníamos a Sevilla a los primeros festivales y esa música nos volaba la cabeza. ¿Y por qué no va a estar viviendo hoy el jazz uno de los mejores momentos de su historia?”, comienza Salvador con rotundidad y una mirada de esperanza e ilusión de quien habla de algo bello.

Javier Gutiérrez y Salvador Catalán (derecha) durante la conferencia (Marisa Gómez)
Aparecen nombres conocidos. Coltrane, Armstrong, Davis, Charlie Parker o Ellington. Nombres que despiertan la atención del público que los reconoce como amigos. Sin embargo, el gaditano no los coloca en un pedestal sino que los enuncia para destacar las características del jazz actual. También pronuncia otros nombres. Autores nuevos, desconocidos para los oídos de los clásicos pero muy familiares para los que siguen las novedades del género. Marta Sánchez de España, Jakob Bro de Dinamarca, Kaja Draksler de Eslovenia, David Virelles de Cuba o Avishai Cohen de Israel.
Salvador habla de las amenazas del jazz a la vez que destapa ese purismo que nunca existió. La importancia de la técnica en la industria actual es real y la necesidad de los músicos de producir y vender permanece latente. Sin embargo, los avances en la producción y la urgencia hacen las veces de trampolín y otras de faja. “Este toca muy bien el piano. Toca mucho, sí, pero no sientes nada. Ellington tocaba tres notas y te hacía llorar”.
El experto vuelve a las raíces del género. “El jazz tenía un objetivo social, económico… Pero también proponía soluciones”. No era música vacía, sino que trascendía no por la estética, desde música de negros hasta un género superior, sino por su profundidad, por su finalidad. Tenía un por qué, y todo lo que tiene una meta clara y sólida, permanece en el tiempo.
“¿Adónde va el jazz?”, le preguntaban a Monk, pianista de jazz y fundador del bebop. “A mí no me importa donde vaya el jazz. Que se vaya al diablo”. Pensar en el futuro va en contra de un género cuya mayor arma es la improvisación. Es música del hoy, del ahora. Canta los problemas de hoy, toca los instrumentos de ahora, con las manos y las voces de ahora, con las letras, el aire, los olores y el espíritu de ahora. El jazz no se planea. La improvisación no es exclusiva del jazz, también lo es de la cubana, hindú o latina. El jazz tiene una estructura y una armonía muy importante, pero la expresión y la improvisación son el núcleo. “No importa lo que toques sino cómo lo toques”.
¿Adónde va el jazz? Adonde quiera ir.
Y la voz de Salvador cesa y deja paso a Marco Mezquida con su álbum Tornado. Las cabezas de los entendidos empiezan a mecerse suavemente al ritmo de la música. Los ojos se cierran, las luces parecen apagarse y solo suena el piano porque no cabe nada más.
Tienes razón Monk. Adónde va el jazz. Que se vaya al diablo. Tú disfruta de la música.

Fachada del Cicus (Marisa Gómez)


